Ante la dimisión de Pablo Cortese al cargo de presidente del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), el cargo será ocupado por la ingeniera agrónoma María Beatriz “Pilu” Giraudo. Giraudo, oriunda de la localidad santafesina de Zenón Pereyra, quien hasta principios de mes ejercía como vicepresidenta del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Con una vasta trayectoria y destacada trayectoria en el ámbito agronómico, Giraudo es un nombre reconocido en el ámbito de la agroindustria. Originaria de Santa Fe, su reputación en la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) y su desempeño en el disuelto Consejo Directivo del INTA han sido clave para su nuevo nombramiento. Durante su gestión en el INTA, Giraudo junto a Nicolás Bronzovich, quien ahora también desempeña un rol relevante en la nueva estructura del organismo, defendieron una serie de reformas impulsadas por el Ministerio de Economía y el de Desregulación, enfrentándose a una fuerte resistencia de los actores del sector.
La misión que le espera a Giraudo al tomar las riendas del SENASA no es sencilla. Este organismo, fundamental para la agroindustria por su rol en el control de enfermedades y plagas, la inocuidad alimentaria, y la fiscalización de productos de exportación, cuenta con más de 5.000 empleados a nivel nacional. Sin embargo, en los últimos tiempos, el Ministerio de Desregulación, con Federico Sturzenegger a la cabeza, ha implementado varias medidas de desregulación que han reducido significativamente el poder de control de la entidad.
Las tensiones internas en el SENASA se han intensificado en meses recientes debido a recortes de personal, decisiones sobre la estructura organizativa y enfrentamientos con laboratorios privados por la provisión de vacunas contra la fiebre aftosa. Estas políticas provocaron el desacuerdo y eventual renuncia de Cortese, quién argumentó “motivos personales” debido al clima de tensión por estas realidades enfrentadas.
Giraudo llega con la experiencia de haber propuesto un plan de achique del INTA, que preveía unos 1.500 retiros voluntarios o despidos; un enfoque que algunos temen podría replicarse en su nueva función al frente del SENASA. Su liderazgo es esperado con interés, prometiendo cambios que podrían redefinir el papel del SENASA en un sector crónicamente tensionado por cuestiones de regulación y competencia comercial.
