El último dato de inflación de marzo publicado por el Indec marcó un 11% mensual acumulando un 51,6% para el primer trimestre del año. Esto se contrasta contra el 45,5% de variación acumulada que registra el relevamiento de precios minoristas que realiza mensualmente el IPCVA para GBA, Rosario y Córdoba.
Esta misma tendencia se repite al analizar la apertura regional del mismo Indec, donde el promedio de precios para los 6 cortes vacunos medidos para Gran Buenos Aires (asado, carne picada, paleta, cuadril, nalga y hamburguesas congeladas) acumulan un aumento promedio del 34% en los primeros tres meses del año contra un 53,2% del nivel general para esa región mientras que en el interanual la brecha arroja 13 puntos de retraso contra el nivel general (277% promedio carne vacuna vs 290% IPC-GBA)
Desde Rosgan sostienen que, en relación a la metodología de cálculo del IPC, sigue vigente un reclamo que vienen elevando destinos sectores de la cadena de ganados y carnes respecto a la composición actual de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) utilizada para el cálculo de dicho índice. En concreto, el rubro “Alimentos y bebidas” del IPC está compuesto por las proporciones de gasto en alimentos y bebidas de la población determinado en función de la Encuesta Nacional de Hogares (ENGHo) de 1996/97, posteriormente validadas con los patrones de consumo que surgen de la ENGHo 2004/05, vigente hasta la actualidad. Esto significa que la ponderación que recibe el consumo de carne vacuna dentro de la canasta de alimentos utilizada para el cálculo del IPC, refleja patrones de consumo de casi 20 años atrás.
Si tomamos los datos que surgen de dicha encuesta vemos que la ponderación que recibe la carne vacuna dentro del gasto total en carnes es del 75%, contra un 22% de carne aviar y solo 3% de carne porcina y ovina. Claramente, esta foto refleja una distribución muy diferente a la actual donde el consumo de carne vacuna se ha reducido a un 46% del total estimado para estas carnes, frente a un avance significativo de las otras proteínas como el pollo que actualmente ocupa el 40% del consumo total y del cerdo y, en menor proporción, del ovino que en conjunto completan el otro 16% de la torta.
Participación del consumo de carnes, según la Canasta Básica de Alimentos utilizada por el Indec para el cálculo del IPC y la distribución del consumo aparente, en base a datos oficiales de 2023 (SAGPyA).
Por tanto, tal como se ha revisado la metodología de cálculo de las exportaciones para evitar la duplicación del cómputo de los huesos, este es otro punto pendiente que varias voces del sector vienen reclamando se adecue en lo inmediato, para reflejar una canasta de consumo más ajustada a los tiempos que corren, evitando otorgar a la carne vacuna la “responsabilidad” de ser uno de los bienes de mayor incidencia en el cálculo de inflación.
No obstante esta aclaración que una vez más pone de manifiesto la necesidad de adecuación de ciertas estadísticas oficiales, lo cierto es que en los últimos meses el consumo de carne vacuna ha caído a mínimos históricos. El mes pasado, de acuerdo a los datos oficiales de producción y exportación, el consumo aparente del mes rondó los 43 kilos per cápita, el nivel más bajo desde que se llevan registros.

