Enrique Genovar
Esteban Ostera pertenece a la tercera generación de una familia que lleva 80 años “ordeñando vacas” en la zona de Lucio V. López, a poco más de 40 kilómetros de Rosario, en el establecimiento Don Antonio. “Aquí se respira mucha pasión”, resume Esteban sobre el funcionamiento del tambo que produce los 5 mil litros diarios que cada día abastecen a la industria láctea regional. Después de tres años de sequía, Ostera se entusiasma con lo que está por venir: “Creo que ahora la lechería va a vivir un contexto muy favorable, porque a nivel internacional la tonelada de leche en polvo va a subir bastante”.
—¿A qué se debe el nombre del establecimiento?
—Mi abuelo era Antonio. Yo soy tercera generación y desde hace 80 años en este campo se ordeñan vacas.
—¿Qué sentís al venir al campo?
—Hay muchos sentimientos. Lo puedo ver en mi papá, que es el veterinario del tambo, él es un poco el mentor de todo esto. Lo veo cuando trabajamos juntos, con la garra que le pone día a día, esto es muy pasional. También con todos los que trabajan aquí, también se vive de esta forma. Hay un muy buen grupo de trabajo, aquí se respira mucha pasión.
—Es un trabajo donde no hay domingos, feriados ni fiestas. ¿Cómo es el trabajo en el tambo?
—Es así, todos los días se trabaja. Se ordeña dos veces por día, en verano a las 4 de la mañana y a las 16. La vaca tiene una rutina, es un animal muy rutinario, de costumbre. Y como tiene esa rutina, no hay que guiarla demasiado. La vaca sabe dónde tiene que ir. Es un trabajo duro, muy duro, donde se trabaja mucho para producir lo que uno pretende.
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—¿Es un tambo de cuántas vacas?
—Hoy estamos ordeñando 230 vacas. El tambo produce 5 mil litros diarios.
—¿Y cómo es el proceso?
—Las instalaciones que tenemos hace que el ordeñe sea muy rápido. Nosotros tenemos unas instalaciones con 16 bajadas. Cada box para cada vaca tiene su comedero. Generalmente el ordeñe dura dos horas por turno. En la fosa trabajan dos operarios, después hay una persona que le llamamos vaquero, que es quien las lleva de un lado al otro. También está el tambero, que es una figura muy importante. En total somos 12 personas trabajando.
—¿Y qué pasa con la leche ordeñada?
—La leche va a un enfriador donde se enfría a 4 grados. Todos los días viene un camión y se la lleva a la industria. Nosotros siempre tratamos de tener la mejor calidad de leche haciendo controles lecheros y evaluando vaca por vaca controlando su sanidad.
—Vienen de años de mucha sequía, ¿cómo está hoy la industria lechera?
—Venimos de tres años de sequía en la espalda que nos pegaron durísimos. El 2023 fue destructivo para muchos tambos. Nosotros no pudimos hacer el forraje necesario y eso derivó en que tuvimos que salir a comprar a otros colonos maíces y sorgos; eso nos pegó muy duro, más allá de la cuestión del precio y todo eso. Creo que ahora la lechería va a vivir un contexto muy favorable, porque a nivel internacional la tonelada de leche en polvo va a subir bastante. Pero para que eso se refleje en el productor va a pasar medio año aproximadamente.